El milenario proverbio chino que reza «cuando soplan vientos de cambio, mientras unos construyen muros, otros construyen molinos», goza de una vigencia y actualidad renovada en este contexto en que los vientos del cambio, tecnológico, social, demográfico, político -y hasta climático- soplan racheados y volátiles. Y todo nos hace pensar que van a seguir haciéndolo en los próximos tiempos.
Construir los molinos que aprovechen las oportunidades que traen estos vientos del cambio requiere de un marco de talento que combine competencias y aptitudes con compromiso y actitudes diferentes a las que el sistema de educación tradicional ha fomentado.
No podemos, las empresas y las personas, conducir hacia el futuro mirando por el espejo retrovisor, hacia un pasado que se aleja a creciente velocidad. Es imperativo concentrarse en el apasionante camino que tenemos por delante.
Volviendo a la metáfora eólica, Séneca, el filósofo hispalense hace 20 siglos ya nos indicó que «para el navegante que sabe dónde va, todos los vientos favorables». Toca reflexionar… ¿A dónde queremos dirigir nuestra nave en ese Océano azul de oportunidades?
