Puede que la productividad sea el mayor elemento diferenciador entre América Latina y otros países desarrollados. Su dificultad para aumentar la productividad es un problema que la región lleva arrastrando durante bastante tiempo. Es por ello que reformas en este ámbito se presentan como obligatorias.
Como afirma José Juan Ruiz, economista jefe del BID, si en los próximos años se llevasen a cabo reformas estructurales destinadas a elevar la productividad, cada país podría aumentar su crecimiento anual hasta casi dos puntos, lo cual supone un aliciente para implantar este tipo de reformas.
En cuanto a la estrategia que se debe instaurar, debería estar basada en buscar formas alternativas de producción no basadas exclusivamente en la exportación de materias primas y en el juego de coste-precio de las mismas. Para ello es necesario mejorar el sistema logístico e impulsar una infraestructura apropiada al mercado global.