Número 342
Revista APD Noviembre-Diciembre 2018 La Empresa Humana
Quizás estemos ante la primera vez en la Historia que una revolución, en este caso tecnológica y afortunadamente incruenta, no anhela ideales concretos. Caminamos a ciegas hacia el futuro, renunciando al ‘por qué’ de los avances, demasiado obsesionados con el ‘qué’. Somos como el hámster que no puede parar de correr en su rueda, siempre a la misma velocidad, siempre en la misma dirección, hasta caer exhausto. Porque, ¿qué pilares tiene hoy el ser humano para apoyarse en su búsqueda de certezas y de serenidad? ¿La familia? Cada vez más nuclear y con menos tiempo para impartir valores. ¿La religión? Con cada vez menos practicantes e incapaz de dar todas las respuestas. ¿La política y las instituciones? Cada vez más desprestigiadas y alejadas de los problemas de los ciudadanos. ¿El colegio y la Universidad? Cada vez más endogámicos y menos reactivos a los cambios del entorno.
¿Qué nos queda? Probablemente, y a pesar de sus defectos y sus errores, la única institución en la que, según los griegos clásicos, pueden resolverse las dos aspiraciones fundamentales de los hombres –el deseo de acumular cosas y el deseo de reconocimiento– es la empresa. Por ello, es imprescindible que dé un gran salto adelante, como protagonista principal de la salvaguarda de los valores humanos. No se trata solo de responsabilidad social; de ética y ejemplaridad. Se trata de situarse en la vanguardia del pensamiento humanístico, de no conformarse con el ‘qué’ de esta revolución tecnológica, de ahondar en el ‘por qué’.
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