Es cierto que la situación actual de Brasil no es sencilla, pero la buena noticia es que tiene las herramientas necesarias para salir de esta difícil coyuntura económica. Por un lado, posee un mercado interno muy grande donde las clases medias representan a la mitad de la población.
Asimismo, Brasil no es un país con tradición y tendencias aislacionistas sino claramente volcado a abrirse al exterior. Así pues, el gigante sudamericano solo tiene que recuperar e impulsar una tradición que posee en sus propios genes y crear alianzas internacionales que le permitan seguir creciendo, sin descuidar su mercado interno. Para ello, Brasil necesita liberalizar la persistente permanencia de trabas a la inversión y al intercambio comercial con el resto del mundo.