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Recientemente asistí a una magnífica charla dada por el profesor, investigador y escritor Jorge Wagensberg, director científico de la Fundación “La Caixa” titulada El caos creador. Parecía hecha a medida de lo que está sucediendo. La parte más dura de su exposición fue constatar que evolución también significa exterminio, desaparición. Y recordando la famosa frase de Charles Darwin («la especie que sobrevive, no es la más inteligente, sino la que mejor se adapta al cambio»), dicha conferencia cuadraba muy bien con los tiempos actuales.
¿Por qué les cuento esto? Esta mañana tomaba un café con un amigo exalto directivo de varias empresas y que por razones de la crisis ha tenido que montar su propia empresa para salir adelante. Y ha sido a raíz de esta charla cómo he podido ver qué cuatro genes considero debe tener nuestra “especie” para sobrevivir y hasta disfrutar de estos tiempos de radical, salvaje, doloroso y fascinante cambio.
Este gen, a diferencia de los siguientes, permite afrontar la sorpresa y adaptarse a lo que requiera el nuevo entorno: valores, paradigmas, prioridades, actitudes.
Es aquél que nos avisa, nos prepara a lo que pudiera venir. En muchas ocasiones nuestro entorno es seguro, estable, pero si tenemos este gen, estamos activos, añadiendo valor en cualquier otro campo o disciplina que nos hacer ser más empleables en el futuro. Supone salir de nuestra zona de confort por voluntad propia y no por las circunstancias. Es ser hormiga y no cigarra. Es sembrar, aprender, invertir en el futuro. Como ejemplo ¿cuántos jóvenes fueron carne de cañón del dinero rápido y fácil de empleos que no demandaban conocimiento y dicha riqueza inicial les hizo pensar que así seria para el resto de su vida? ¿Cuántos se tomaron el aprender idiomas como una «maría» y ahora tienen que emigrar, si es que pueden hacerlo?
¿Por qué querer aprender más e invertir en uno mismo ha sido denostado por gran parte de la sociedad? ¿Cuánto tiempo pasamos delante de la televisión viendo «basura» en forma de cotilleo ya sea social o futbolero? ¿Cuánto tiempo pasamos con gente o entornos que no nos enriquecen por ser foco de quejas y victimismo? Recientemente leí una frase de Tamariz, el mago: “Si tienes pasión, nunca paras». Y no me fastidien si dicen, «ya, eso es fácil decirlo». Y yo diría: «Coño, pónganse a buscarla».
Mi compañero exdirectivo hizo un magnífico plan de negocio para montar su empresa. Hoy en día después de seis meses no está haciendo nada de ello. ¿Por qué? Pues porque ha sido lo suficientemente flexible para ir modificando su propuesta de valor a lo que el mercado le iba dictando. A diferencia de la adaptabilidad (actitud reactiva ante un cambio) la reorientación habla de proactividad para lograr el objetivo.
¿Tenemos estos cuatro genes para sobrevivir y perdurar en lo que nos gusta?