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La fragmentación política de Europa

Desde la Segunda Guerra Mundial el equilibrio político en Europa ha sido por lo general un vaivén de centro-derecha a centro-izquierda, con el poder en la mayoría de los países alternándose -siendo Italia la excepción más obvia- entre dos partidos políticos mayoritarios. Durante décadas esto ha proporcionado un marco político estable, pero esa estabilidad  empieza a fragmentarse. La era del bipartidismo ha muerto.

Tal y como relata Ian Traybor para el dominical británico The Observer:

“Si mañana se celebraran elecciones en media docena de países de la UE, de acuerdo con las últimas encuestas los partidos únicos con más votos no serían ni los democristianos tradicionales ni los socialdemócratas del centro-derecha o centro-izquierda, sino recién llegados situados en la extrema derecha o izquierda que nunca han estado en el gobierno. Este es el caso de España y Grecia, donde los movimientos anti-austeridad de la  extrema izquierda encabezan las encuestas, o  de Francia, Países Bajos, Austria y Dinamarca, donde lo hacen partidos nacionalistas anti-inmigración de la extrema derecha.”

En Italia, Beppe Grillo puede parecer un disidente, pero su Movimiento Cinco Estrellas continúa recabando el 20% en las encuestas. En el Reino Unido, el partido antieuropeísta UKIP de Nigel Farage ha acaparado la atención como partido-protesta y los nacionalistas escoceses parecen claros candidatos a conquistar numerosos escaños laboristas en las elecciones generales del próximo año.

En Austria el centro-izquierda y centro-derecha ostentan en estos momentos el 50% de los escaños y han formado una coalición permanente para mantener a la extrema derecha fuera del poder. Incluso Angela Merkel tuvo que pactar con los socialdemócratas como única manera de lograr mayoría en el parlamento.

En España, Podemos ha salido de la nada para desafiar al PSOE como líder de la oposición frente al PP, haciendo las elecciones generales de 2015 casi imposibles de predecir.

Philippe Legrain, antiguo asesor de la jefatura de la Comisión Europea y autor del  influyente libro European Spring: Why Our Economies and Politics are in a Mess – and How to Put Them Right (La primavera europea: Por qué nuestras economías y políticas son un desastre- y cómo solucionarlo), comenta:

“La crisis ha dinamitado la confianza de los votantes en la competencia, honestidad y motivos de los políticos del sistema, que han fracasado a la hora de prevenirla, hasta ahora también en resolverla y que además han rescatado a banqueros ricos mientras imponían la miseria al votante común pero no sobre sí mismos… La gente tiene razón en estar enfadada,” Legrain continúa. “Lamentablemente a menudo redirigen la ira hacia cabezas de turco, principalmente inmigrantes, en lugar de sobre los banqueros o dirigentes que han llevado a Europa a la cuneta. El problema es que no hay una alternativa sensata al consenso general, dejando un vacío que los extremistas y charlatanes han llenado.”

Moisés Naim observa en su libro “El fin del poder” que las estructuras de poder tradicionales están bajo amenaza, ya que la globalización y la revolución digital han cambiado radicalmente las dinámicas. Hay más movilidad de personas, que a su vez pueden intercambiar información a través de las redes sociales de una manera que simplemente no era posible hace una década.

Queda por ver si estos movimientos de las placas tectónicas del terreno político serán para mejor o traerán más inestabilidad. Lo que no podemos esperar es que las cosas vuelvan a la “normalidad”.

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