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InfoXicación

El pasado 27 de septiembre el “sabio” Google celebraba 18 años de existencia. A pesar de que Google no da estadísticas acerca de sus usuarios, se calcula que por día se hacen 3 billones de consultas en el buscador, en donde el 80% de estas consultas, vienen de dispositivos móviles.

Pero aunque parezca increíble, muchas personas creen que Google es un centro de información, el nuevo “oráculo” o una gran biblioteca virtual; se les olvida, que tal como ellos mismos lo dicen: “son un motor de búsqueda”. ¿Podríamos hoy imaginar un mundo sin Google?

Hagamos un poco de historia de la información a.G (antes de Google): Los primeros jeroglíficos  datan de la Edad de Bronce. La biblioteca  de Alejandría fundada en el siglo III a. C contenía unos 900.0000 manuscritos. Los fenicios grabaron en tablas de arcilla en el 2.500 a. C. el Poema de Gligamesh o “Aquel que vio las profundidades”, con fines moralizantes. En la Grecia antigua, además de los escritos, ya la oralidad y el ágora hacían parte del conocimiento. Los romanos, en 440 a. C inventaron unos sellos que hacían impresiones sobre objetos de arcilla. Los chinos en 1.041 ya hacían impresiones sobre papel de arroz. La dinastía Koryo en Corea, creo en el año 1234 unos mobiles con metales, convirtiéndose así en los verdaderos precursores de la imprenta. Gracias a Gutenberg, que en el año 1.444 crea la imprenta, se experimenta una especie de “democratización” en el acceso a los libros. En el siglo XVI, François I “Príncipe de las letras” subvencionaba a los escritores, poetas e imprentas para que creciera la producción de libros.

¿Esto que nos demuestra? 1. Que la información surge  en el momento mismo que el hombre  ha tenido necesidad de transmitirla. 2. Que la información siempre ha existido, aunque su acceso fuera restringido. 3. Que la información y/o el conocimiento eran el producto de un trabajo de investigación, casi siempre académica. ¿Podemos decir lo mismo  hoy?

En el siglo XVI, la información que un hombre del común recibía durante toda su vida, equivale hoy a una edición del domingo del periódico The New York Times. Es verdad que actualmente existe más democracia a la hora de publicar, y esto ha permitido que autores de diversas manifestaciones artísticas puedan darse a conocer en el mundo. Y es justamente acá en donde nos encontramos ante la gran disyuntiva: de un lado esto representa un gran avance, ya cualquier persona puede publicar, y del otro lado, si cualquiera puede publicar: ¿quién vigila la calidad de estos contenidos? Para publicar, basta con que el texto contenga algunas palabras, para que el robot de Google las reconozca, y lo suba inmediatamente en su motor de búsqueda.

Tenemos tantas opciones como queramos, y ello produce sobrecarga informativa,  tal como  lo decía el visionario Toffler[1] “La gente del futuro podría sufrir no por la ausencia de opciones sino por un paralizante exceso de éstas. Podrían volverse víctimas de ese dilema particular de lo superindustrial: el exceso de elecciones».

En definitiva, lo que me parece más importante, es entender que Google o cualquier buscador, son eso, buscadores, y que el internet en un medio de comunicación. Siendo así, lo realmente importante a la hora de “googlear” es aprender a tener el criterio suficientemente crítico, para diferenciar la información válida, de la del  resto, y bien grande que es ese resto..

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