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La palabra “identidad” viene del latín identitas que significa “lo mismo”. Gracias a las ciencias sociales, sabemos que existen identidades individuales y colectivas. Las individuales se refieren a un conjunto de características que hacen que una persona se diferencie del colectivo; por otra parte, las identidades colectivas apelan a la asociación de peculiaridades de una comunidad en conjunto. Por increíble que parezca, una sola palabra separa a un individuo del grupo en la identidad individual, y al segundo lo difumina en medio del mismo en la colectividad.
Pertenezco a la generación X, y mi identidad digital ha ido evolucionando (¿cambiando?) paralelamente a mi desarrollo personal; la “evolución” no ha venido únicamente con el pasar de los años, sino que ha sido la tecnología, que como una madre me ha ido mostrando las bondades digitales. Hoy casi nadie pone en duda la importancia de las redes sociales, y la discusión acerca de su uso -o no- pertenece a otros tiempos. Por ello, creo que estamos saliendo de una adolescencia digital, y que llegó la hora de la madurez, y como tal, tenemos que aprender a comportarnos: tenemos que crearnos una identidad digital.
Antes de todo, es importante entender las redes más allá de su uso evidente, y crearnos un fundamento de donde podamos partir para cualquiera de sus expresiones; este fundamento me gustaría llamarlo “identidad digital”. Para crear una identidad digital debemos comenzar por pensar que las redes están allí para comunicar, que son un medio, y que jamás serán un fin en si mismo; el único fin posible de las redes es el ser humano. Las redes cada día son más rápidas, más simples, cualquiera pública y ello hace que sean muy seductoras ¿Quién no ha compartido una foto, un tweet, o una frase, y revisa cada hora cuantos likes tiene? Jean Baudrillard[1] decía: ”..Estamos condenados a nuestra imagen…”; entonces si actuamos dentro de esta lógica, es más que necesario que aprendamos a crear una identidad digital de nuestra imagen.
Pues bien, para crear nuestra imagen digital, deberíamos plantearnos los siguiente:
¿Qué quiero comunicar de mi?, acto seguido ¿Cómo lo voy a hacer?
Michel Foucault decía visionariamente en los años 70 que “la visibilidad es una trampa”, así que si somos visibles, debemos siempre estar alertas del cómo, del cuándo y del qué publicamos. Cada red tiene su propia escritura, su propia imagen, y los lenguajes en cada una de ellas varían. Así pues, mi gran invitación es a tomarnos un momento antes de publicar, a pensar en el futuro, en la imagen, en el trabajo, en el lenguaje, pero sobre todo, en el impacto de mi publicación.
Cada vez que se publica algo, estoy demostrando más de lo que aparentemente se ve; por ello es importante controlar ciertas variables en las publicaciones:
Fotos: Visualmente una foto habla por si sola, por ello ¿convendría mostrar más de la cuenta cuando se está buscando trabajo? ¿Es necesario tener tantas selfies? ¿Es importante mostrar dónde se come, sí se está en el cine o sí se lleva el perro a la veterinaria?
Hashtag: Tener más tres hashtags en una frase, hace que cualquier párrafo se vea como el manual de instrucciones de una sonda espacial.
Emoticones: Estamos perdiendo la tarea de la escritura por el uso excesivo de emoticones. Utilicémoslos de manera estricta, o de manera privada en whatsapp. A evitarlos en publicaciones.
Ahora, la gran tarea nuestra, y que será el tema de otro articulo es: ¿Como tener un identidad digital sin dejar de ser yo?
Pd. El 100% de los Headhounters tiene la posibilidad de acceder a todas las redes sociales, incluso si son privadas. Hoy en día, las publicaciones de una persona pesan un 40% a la hora de elegir un candidato para un puesto de trabajo.