La humanidad está acostumbrada a predecir linealmente. Pero tales tecnologías siguen una pauta de evolución exponencial. Estas tecnologías exponenciales serán —en algunos casos ya lo son de hecho— la semilla de una transformación disruptiva en muchos modelos de negocio.
La informática, la robótica, la inteligencia artificial, los asistentes virtuales, los chatbots, la automatización mediante robots y la internet de las cosas (IoT) constituyen el conjunto de las tecnologías exponenciales, que se incorporan en herramientas que permiten aportar soluciones a grandes retos que enfrenta el desarrollo de la humanidad en el ámbito empresarial, de la salud, de la energía, de la economía, entre otros campos y sectores.
A partir de esta realidad, el éxito de las organizaciones empresariales en nuestro país dependerá no solo de aplicar la mejor solución tecnológica, sino también de apuntar al modelo de innovación más adecuado. Este último no es otra cosa que el resultado de integrar a los modelos de innovación existentes el uso de las tecnologías exponenciales. Y, algo muy importante, de añadir el talento a la ecuación.
La tecnología evoluciona en progresión geométrica, mientras que el talento, caracterizado por sus valores y sus actitudes, mantiene su esencia como algo estructural. En esto radica la clave de nuestro futuro: conjugar con coherencia, humildad y determinación, lo sustantivo con lo adjetivo. Nuestra obligación es no ser peor que el mejor, en lo adjetivo. La diferencia reside en lo sustantivo, que es lo que aporta sostenibilidad a todo éxito empresarial.