La coyuntura económica global cambia también la forma como tomamos nuestras decisiones. Se impulsa la competencia, y se generaliza la aplicación de herramientas tecnológicas en las prácticas financieras. De allí que el modelo de inversión deba también cambiar, canalizándola hacia los activos financieros, teniendo siempre en cuenta su creciente complejidad.
La economía actual está terminando un ciclo, donde primó el modelo tradicional de la acumulación y la monetización de deuda. En él, la gestión pasiva creció notablemente y duró también en forma notable. Resultaba barato prestar mucho dinero a mucha gente, en tanto que los productos beneficiados mostraban un escaso valor. Se produjo entonces una popularización de los mercados financieros.
Así, se pudo financiar la inversión y las instituciones financieras lograron éxitos aparentes. Puede decirse que esa inversión pasiva estuvo bien, pero sin duda no puede ser la única. Aunque el desempeño de la economía presenta un desarrollo indiscutible, se aprecia la reducción de los márgenes en diversos sectores y se apunta una disrupción que tiende a extenderse.
De allí que ese ciclo se agote y dé paso a otro, que pone énfasis en el mercado de capitales. Este juega un papel muy importante, pues puede ayudar a cambiar el país, fortaleciéndose la industria de gestión de activos (assets management) y el desarrollo del ahorro. Hoy la inversión pone el foco en la innovación y la transformación digital que se da en los mercados en general, y más acusadamente en los emergentes, donde las clases medias crecen notablemente con los desafíos que supone la elevación de la longevidad y la necesidad de la inclusión.
Para tratar todos estos temas y otros más vinculados a ellos, hemos invitado al Sr. Juan Carlos Ureta, quien es una autoridad en materia financiera en España, especialmente dedicado a la gestión patrimonial, al tratamiento de los mercados de capitales y a la financiación de empresas.